El pasado domingo, el asturiano Bruno Prieto se proclamaba campeón del mundo máster de ciclocross en Gossau (Suiza), en la categoría 35-39 años. Con ello se convertía en el segundo español en vestir un ‘arco iris’, después del logrado por el junior Iñaki Vijandi en aquel lejano 1979.
Para Prieto, gerente de la empresa asturiana MMR Bikes, el evento “estaba marcado en mi calendario. El año pasado no corrí, pero estuve haciendo la asistencia a mi hermano –Marco Antonio Prieto- y vi que con tanto barro me podía ir muy bien, no como a él que va mejor en seco. Por ello, me preparé más este año, no entrenando más porque apenas hago diez horas a la semana, pero sí cuidándome más. He perdido cinco kilos, no con dieta, sino alimentándome mejor, y esto ha sido fundamentral para llegar bien a este Campeonato, aunque competir en élites durante toda la temporada me ha dado bastante punch, con buenos resultados en Igorre o en Navia, donde llegue a rodar sexto, o estar en las pruebas de Asturias muy cerca del podio”.
Sin embargo, todo estuvo a punto de torcerse en el Campeonato regional. “Se me cruzó una persona cuando estaba calentando y me lo llevé por delante. Tanto que pensé que la había matado. En mi caso fue un golpe muy doloroso en la rótula, que me ha tenido con muchos dolores y dándome hielo permanentemente”. Ello no fue óbice para salir en Gossau dispuesto a todo. “La noche anterior, en la cena de los cinco que vinimos a este Mundial, cada uno habló de sus objetivos. Cuando fue mi turno dije que el mío era ganar. Parecía un poco fuerte, pero después de que Castor y Marco logran sus medallas pensaba que era factible, a pesar de la rodilla”.
El calentamiento para el Mundial “fue correr de un lado a otro para dar la asistencia a Marco, ya que desde su prueba a la mía apenas quedaba una hora. Me vestí y me preparé y la primera sorpresa es que me llamaron el penúltimo, es decir, salir en última fila. Afortunadamente hice una buena salida y en una de las primeras curvas pasé a muchos por el interior. En el primer paso del box iba ya tercero, cuando en una zona de hielo se cayeron el francés (Laurent Speisser) y el sueco (Jens Wemnstergren), uno para cada lado, para quedarnos los tres en cabeza. Y aunque tenía el podio asegurado, no quise ser conservador porque me veía mejor que ellos en el barro. El francés fue cediendo, pero el sueco estaba muy fuerte e intentaba dejarme en la carretera, mientras que yo le apretaba en el barro, aunque sin descolgarle. Al final, en una zona embarrada decidí hacerlo a pie, lo que me sirvió para sacarle esos segundos con los que llegué a meta”.
Para Prieto “fue uno de esos días en que todo te sale bien, en que lo ves todo muy claro. El único problema era cuidar la mecánica por lo que cambiaba de bici cada media vuelta, para no tener problemas. ¿La rodilla? A partir de la segunda vuelta me olvidé de ella; quizá lo pasé peor por el frío que hacía”.
Un título que le llega en una categoría en la que habitualmente no compite, ya que en España lo hace con los élites, “entre los que hay pocos profesionales, pero sí muchos aficionados entrenados. Como te decía antes, no entreno mucho, pero es algo que puedo hacer compaginando con el trabajo. Pero prefiero competir en élite que en master, ya que en esta categoría hay mucha competitividad, lo que hace que en algunos casos sea hasta peligroso. En élite hay más tranquilidad, aunque el objetivo en este caso es meterme entre los quince primeros”. Además, “de esta forma puedo seguir dándole la asistencia a mi hermano, mientras que él me la da a mi, intercambiando los papeles”, sin olvidarnos del seguimiento de los corredores a los que patrocina, caso de Javier Ruiz de Larrinaga, Julen Zubero o la propia Aida Nuño.
Fuente: Federación Española de Ciclismo