La carrera de Pepino es una de las citas de la temporada marcada en rojo por muchos corredores de la categoría. Como dicen los compañeros del Something Old Cycling, «El Memorial Joaquín Polo es al ciclismo máster del centro de España como correr la Flecha Valona para un belga. Es una obligación, una ilusión y un placer…». El altísimo nivel de los participantes y la dureza del recorrido hace que la mayoría del pelotón no tenga apenas opciones de dejarse ver, pero eso no resta ilusión a los participantes.
En la salida se temía al rodillo del Orquín, conjunto dominador en las últimas ediciones, especialmente en la del año pasado donde algún corredor comentaba que el equipo madrileño «había sacado a pasear al pelotón», pues se pusieron a tirar hasta el Piélago sin dar ninguna concesión a las fugas y una vez allí arrancaron y se quedaron prácticamente sólos.
Este año la primera parte de la carrera fue bastante diferente. Se formó una fuga temprana que no pareció inquietar al pelotón, que se tomó los primeros kilómetros con relativa calma. Sin embargo los kilómetros van pesando en las piernas y cuando se gira hacia Nombela empiezan los achaques para muchos. Desde ese punto los síntomas suelen ir a peor, y el Piélago es como la cicuta que acaba definitivamente con el sufrimiento de la mayoría. Por el contrario, otros despiertan del letargo cual toque de diana a cargo del Sargento de Hierro. Ese fue el caso de José Manuel Moreno (G.D. Orquín), que arrancó la moto desde abajo y se despidió de lo que quedaba del pelotón hasta la ceremonia del podium. El valenciano parece que ha cogido la forma, y ha encadenado dos victorias en solitario, después de la conseguida en la etapa de Xalo de la Volta a La Marina.
Detrás llegó el grupo de 20 unidades del que había salido Moreno, encabezado por Mario Gordillo (Rock Sierra) y Pedro Sanchez Cidoncha (Tanynature).