Silencio… Esto se enfila

Esta tarde hemos pasado un buen rato en la jornada sobre ciclismo que ha organizado magistralmente el Grupo Universitario de Valladolid. Los ponentes han estado a un gran nivel y han transmitido al numeroso público la pasión que sentimos todos los que amamos el deporte del pedal. Con una gorra y unos calcetines (cortos), seña de identidad de este deporte.

La tarde comenzó, a modo de salida neutralizada, con la charla de Jorge Merino sobre la preparación de los ciclistas desde la base. Una charla algo técnica, pero de la que se sacaron buenas notas para aplicar en el trabajo con los más pequeños. Una época donde debe primar el juego, la diversión y el compañerismo sobre la preparación física.

 

Eva e Isabel nos contaron su visión del ciclismo desde el lado femenino. Sus sentimientos sobre la bici, como no pueden ser de otra manera, no difieren mucho de los de cualquier otro ciclista. Ellas tienen más mérito si cabe, pues deben vencer esos clichés que desafortunadamente aún persisten en el deporte, reminiscencias del machismo que hace no mucho imperaba en la sociedad.

Juan Trapiello nos habló sobre la metódica y exhaustiva preparación que lleva a diario, compaginando la bicicleta, su pasión, con su trabajo. Duro sacrificio que luego da sus frutos en las carreras. Nos demostró ese espíritu auténtico de la categoría máster. Disfrutar de la competición sin otro objetivo ¿acaso hace falta más?

Guillermo Prieto, ciclista adaptado que perdió una pierna en un accidente laboral, nos contó su ejemplo de superación. Como volvió a coger la bici después de su accidente, tras un largo parón después de haber colgado la bici tras su paso por aficionados. A pesar de los malos augurios de los médicos, la ayuda de un ortopeda que le fabricó una prótesis volvió a montar en bici y se puso de nuevo un dorsal en la Bira adaptada. Desde entonces no ha parado, y ha llegado a correr el Tour de Francia adaptado en el que logró el tercer puesto. También mide sus fuerzas con los másters, muchos le habréis visto en las carreras, donde no se defiende nada mal. Noel Martín también nos contó su experiencia como piloto del invidente Carlos. Una compenetración total y un trabajo en busca del sueño olímpico.

Tras un breve descanso, Juan Carlos Domínguez (sobran las presentaciones) nos contó como se prepara un objetivo, en este caso el prólogo del Giro en el que logró enfundarse la maglia rosa. Cuando el nivel es tan alto, todo detalle es crucial para lograr el éxito. El profesionalismo es un todo o nada, o ganas, o hacer segundo no vale para nada. Un trabajo que se debe realizar desde pequeño, con la ayuda de buenos consejeros y preparadores, pero con el esfuerzo y tesón que nadie puede poner por ti. Una carrera que tampoco estuvo exenta de dificultades y malos momentos, pero de los que el bravo corredor Iscariense se pudo sobreponer.

Edgar Nohales nos abrió los ojos al mundo y nos habló de como era el ciclismo en otros lugares del globo. El denominado «Marco Polo» del ciclismo ha competido en América del Norte, donde se pirran por los criteriums y el ciclismo espectáculo, en América del Sur, ciclismo pasional y muy competitivo frente a los corredores europeos, África, un continente con un grandísimo potencial en este deporte, pero que no ha podido aprovechar por las escasas y deficientes infraestructuras con las que cuenta. Asia, lugar del globo donde se concentra actualmente el crecimiento, al cual no es ajeno el ciclismo. Allí es donde la visión que tienen del ciclismo es tal vez más opuesta a la que tenemos en Europa, la cuna y el origen de todo esto.

Por último, Vicente Álvarez, escritor, nos encandiló con historias sobre la épica del ciclismo. Como una enciclopedia, pero muy amena, no paró de contar historias de viejos héroes sobre dos ruedas situándolas de forma precisa en el tiempo. Nos habló de antihéroes como Eugene Cristophe y la forja de Santa Marie de Campan, del primer español en participar en el Tour, Vicente Blanco el cojo, de la luchas entre compatriotas como Copi y Bartali o Berrendero y Ezquerra, y de su ídolo de juventud, Ocaña.

Me gustaría terminar esta crónica como clausuró Vicente las charlas, parafraseando a Kenneth White: «Cuando me pregunten a qué religión pertenezco, yo diré: a la del Col de Marie Blanque…» Amén.